Una quedada comienza muchísimo antes del día que es. Hay que ofrecer posibilidades, escuchar propuestas e intentar decidir un lugar y una fecha. Cada uno vivimos en un lugar distinto, así que esto no siempre es fácil y, sin embargo, hemos conseguido ponernos de acuerdo por segunda vez. Me atrevo a decir que ha sido una quedada exitosa, diferente de la anterior, eso seguro. Aunque se empezó a organizar todo muchas semanas antes, mejor vamos a ceñirnos a la quedada en sí.
El sábado 24 teníamos que estar todos los miembros, cinco al final, aunque había seis pensados, a las 18.00 en Vecindario. Para los que salimos de Las Palmas la aventura, por ponerle un nombre, comenzó antes. Después de comprar los premios nos subimos a una guagua que nos llevaría a un lugar y una parada que desconocíamos. Y claro, cuando empiezas así, no puede acabar bien. Terminamos Miguel, Paula y yo, María, en una parada que no era quince minutos antes de lo que deberíamos. Después de gritar un par de Wingardiums y Avadas llegamos a la conclusión de que no había nadie por ahí. Así que a esperar… y bien que esperamos.
Media hora después ya estábamos los cinco reunidos. Adrián había tenido que llevar una pelota porque yo me olvidé y entre él y Ayoze nos guiaron por la pequeña ciudad. Siendo nosotros, habíamos de acabar en un césped, y así fue. Buscamos los pocos metros cuadrados que había y allí montamos el campamento. Los juegos no se hicieron de esperar, sobretodo después de informar de que habría premio: una bolsa de golosinas para los ganadores.
Antes de ponernos a jugar, hicimos un par de rondas de preguntas de todo tipo, desde hechizo favorito hasta cena romántica con un personaje (con Snape debía de ser, claro). Diez preguntas de trivias después y el juego Tabú; Miguel demostró ser el que más en forma está (que conste que yo no jugué, ¿eh? xD). Así que comió más que nadie, pero todos acertaron algo, así que nadie se quedó sin sus golosinas… aunque como yo hice las fotos, pocas alcancé.
A continuación, fuimos frikis felices. Porque si bien en una quedada pottérica nada es del todo normal, hacer duelos y Wingardium Leviosas creo que seguro no lo es. Así que tocaba normalizarnos un poco y fuimos al centro comercial. El fubolín y el billar fueron nuestras siguientes víctimas. En el futbolín creo que podemos decir que empatamos, pero en el billar… Paula, ¿seguro que tú no habías jugado antes? Nada, que la niña se sacó cada jugada que por favor. Adrián y Ayoze también genial, pero Miguel y yo... nada, no es lo nuestro. Cogimos los palos a modo de escoba y la pelota de tenis como snitch y decidimos ponernos a jugar al quidditch. Ahí ya no fuimos tan malos, ¿no?
Se hacía ya tarde, así que llegaba el momento de las despedidas. Un par de fotos después, Paula se fue y los otros cuatro nos quedamos jugando con la pelota. Habrá muchas tecnologías, pero una pelota hace feliz a cualquiera, ¿no creen? Tampoco teníamos mucho tiempo, así que fuimos a buscar la guagua para volver a nuestras casas. Y ahí comenzó la segunda aventura. Después de intentar cambiar un billete en un puertorriqueño y que nos ignorasen y una conversación a tres entre dos chinos y Miguel, teníamos el dinero preparado para poder volver. Hasta encontramos un escaparate que nos recordó a Fawkes, Norberto y una snitch, pero había que esperar.
Vecindario estaba en fiestas y, en lo que fuimos a intentar hablar con la policía del itinerario de las guaguas, pasó. Carrerita para atrás para que no se fuese… ¡ya podríamos haberla perdido! Entre que estaba llena de gente, muchos medio borrachos y cantando, si es que a eso se le puede llamar cantar, y que la guagua se rompió, nos hicieron la noche. Así que a esperar a la guagua un buen rato, menos mal que estuvimos haciendo trivias exprés para entretenernos. Después de que Ayoze se bajase, Miguel y yo seguimos hasta Las Palmas, a donde llegamos sobre las once (y yo que quería estar en casa sobre las diez y media, ¡já!). Muertos de hambre nos comimos unas hamburguesas del McDonald’s, queso de plástico, algo que llaman carne y una salsa que mejor no preguntar cuál es, en unas escaleras con grillos alrededor. Después del momento más “jacoso” del día ya podíamos irnos tranquilos a casa. Una quedada llena de momentos épicos llegó a su final, tanto tiempo después de haber comenzado, y dejando el listón muy alto para la siguiente, que… ¿saben qué? Ya está en marcha.
¡Alerta permanente!
PD: Fotos dentro de muy poco. Mantente atento.
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